Vuela alto, pon los pies al límite del barranco, inclina el peso hacia adelante, abre los brazos y déjate caer. Sin mirar abajo, mantén la mirada hacia arriba porque es allí que te diriges, no al fondo del barranco. Usa las corrientes de aire a tu favor para planear y volver a subir, dibuja amplios círculos en el cielo sin tener que batir las alas. Con el mínimo esfuerzo posible.

Cree en ti misma, si no lo haces tú no lo hará nadie. Mantén la fe en tus fuerzas, en tus sueños, en tus proyectos, en todo aquello que nace dentro de ti. No te agobies si los demás no entienden adónde te diriges o te preguntan constantemente cuáles son tus planes para el futuro: los demás son los demás, no eres tú. Aunque te quieren o son parte de tu vida, no eres tú, no sienten lo que sientes, no saben lo que tú sí sabes de ti.

Por lo tanto no te distraigas, no desperdicies tu preciosa energía dando explicaciones a los que te rodean, y sobre todo, no pierdas la confianza en tu capacidad. Mantén la mirada hacia arriba, ¿recuerdas? No vas al fondo del barranco, no es allí adónde tienes que mirar. Abre tu corazón y escúchate, paso a paso, poco a poco descubre todo tu potencial. Alimenta tu creatividad, aunque no dé resultados inmediatos, la creatividad es un resultado en sí. Crea cosas bonitas, emite amor, el amor siempre paga. Es como una antena, te traerá más amor y mil cosas buenas.

En los momentos oscuros, cuando parece que el destino se ensaña contigo o con tu entorno, cuando el dolor u la tensión se empoderan de todos los que te rodean, no te dejes arrastrar. Sobrevuela el sufrimiento. Siéntelo, porque eres humana, pero no te dejes empantanar, mira más allá. Aunque a menudo no hay explicación para el sufrimiento, si logras mirar más allá vislumbrarás la esperanza, ella siempre está en el horizonte. Participar al dolor con más dolor no ayuda a mejorar la situación, esparcir un poco de serenidad sí lo hace.

Está todo claro, entonces, recuerda: la vida hay que vivirla, no entenderla. Toma cada instante y márcalo a fuego en tu corazón, los buenos y malos momentos, todos sirven a crecer. No pierdas tiempo a dar demasiadas explicaciones a la mente, esa sólo siembra cizaña. Pon los pies al límite del barranco, inclina el peso hacia adelante, abre los brazos,  déjate caer y vuela alto, querida.

 

Foto de portada de Fabrice Van Opdenbosch

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