El otro día reflexionaba con una compañera sobre el número de mujeres que conocemos que nos han contado algún tipo de maltrato físico o psíquico y llegamos a la conclusión que son mucho más de las que cabría esperar en una sociedad moderna del siglo veintiuno.

Los malos tratos no son directa consecuencia de una determinada cultura o clase social, es la expresión de un machismo sórdido y oculto bien arraigado en nuestra mentalidad y, en algunos casos, muy difícil de individuar.

Nosotras mismas, mujeres de cierto nivel cultural e producto de una educación moderna, fuimos víctimas de vejaciones psicológicas en algún momento de nuestra vida. Desgraciadamente, el proceso de sumisión del otro no empieza nunca con una bofetada o un insulto, porque, en ese caso, tendría vida breve. Es una evolución muy sutil que el sujeto realiza gota a gota empezando con frases aparentemente inocentes como “si me quieres haz eso o lo otro” hasta llegar al derrumbe de la personalidad de la compañera por medio de críticas a su manera de hacer las cosas, insultos más o menos directos y, en el peor de los casos, de un control obsesivo de su vida.

Algunos logran elaborar técnicas tan refinadas que llegan a punir a la otra persona con silencio e indiferencia o hasta a traicionarla cuando no reciben las atenciones que consideran oportunas.

¿Os suena, hermanas?

Pues sí, son todas técnicas de malos tratos así como lo es el pretender que vosotras limpiéis la casa y os ocupéis de los hijos (cuando los dos trabajáis la misma cantidad de horas), el delegar sobre vuestros hombros toda responsabilidad y decisión y el pretender que seáis siempre bonitas, delgadas, cariñosas, cuidadas, seductoras, con la amenaza implícita de que su atención pueda ir a otra mujer.

Dicho esto: ¿de quién es la culpa de unos malos tratos?

Del maltratador, siempre. Tener una personalidad narcisista y una mentalidad profundamente machista y pisar los derechos (primeramente el respeto) de tu compañera no puede ser justificado de ninguna forma.

Intentemos cambiar palabra: ¿de quién es la responsabilidad de aguantar malos tratos?

Nuestra. Si una persona logra hacer pedazos nuestra fuerza interior y convertirnos en sus esclavas es porque, en primer lugar nosotras, no nos amamos y respetamos como tendríamos que hacer.

¿Qué tendríamos que hacer cuando reconocemos que hay malos tratos en nuestra relación?

En primer lugar (¡impepinable!) echar al individuo en cuestión.

En segundo lugar (¡también impepinable!) buscar ayuda donde un profesional que nos sepa guiar en descubrir todas nuestras cualidades y defectos y que nos enseñe a querernos tal y como somos.

Como siempre, el amor es el único antídoto a todo lo malo.

No os merecéis esto, recomponed las piezas de vuestra alma y dejad que la otra persona haga lo mismo, si quiere. Hay un universo entero que podéis descubrir dentro de vosotras, adelante, sin miedo.

Y la casa, limpiarla sólo si os apetece 🙂

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