¿Cuántas veces hemos pensado que las personas a nuestro alrededor no nos querían lo suficiente? ¿ Cuántas veces le hemos echado en cara a nuestra pareja, amante, madre, padre, hermanos que no estuvieran presentes cuando más los necesitamos.? ¿ Cuánto dolor y tristeza hemos sentido mientras repetíamos en bucle esas acusaciones y cuánto rencor nos ha atado a recuerdos dolorosos del pasado no permitiéndonos avanzar en algunos aspectos de la vida?

Las personas se equivocan, es un hecho, se dañan consciente o inconscientemente. Por el simple concepto según el cual ningún hombre es una isla, cuando tomamos cualquier decisión nos arriesgamos a herir a los demás. Sin embargo a menudo nos olvidamos que somos todos humanos. Por lo tanto, si los demás se equivocan es matemáticamente seguro que nos equivocaremos también. Por el mismo principio, si los demás cambian, es matemáticamente seguro que cambiaremos también.

Es importante llegar a comprender de una manera muy profunda lo que sentimos y ser consciente del hecho que todo lo que sentimos crea una realidad alrededor nuestro. Nuestra responsabilidad en este aspecto es absoluta.

Si no sentimos confianza hacia nuestra pareja la realidad es que no tenemos confianza en nosotros mismos. Si pensamos que nuestros padres no nos quieren la realidad es que nosotros mismos somos los responsables de haber cerrado la puerta al amor y la comprensión hacia ellos. Si nos agarramos al dolor y al rencor del pasado no nos daremos la posibilidad de reconstruir.

Por lo tanto si en algún momento de nuestra existencia nos hemos preguntado ¿por qué no encuentro al hombre/mujer de mi vida?, ¿Por qué no tengo una buena relación con mis padres?, ¿Por qué no tengo amigos?, la respuesta sólo se puede encontrar dentro de nosotros. Y esa respuesta es muy probable que sea porque no te permites volver a empezar.

El primer paso que tendríamos que dar es tomarnos nuestras propias responsabilidades respecto a lo que nos falta en la vida, soltar todas esas emociones negativas que nos atan al pasado y abrir, poco a poco, el corazón para acoger todo lo que decimos querer, pero que en realidad, hasta este momento, no estábamos  listos para aceptar.

Lo importante en la vida es el amor. Y lo importante en el amor es estar ahí: con el corazón abierto para que fluya, las piernas fuertes para acompañarlo y la voluntad inamovible para permitirle crecer.

 

Imagen de portada de Fabrice Van Opdenbosch

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