“La gente no cambia” es una frase que oigo muy a menudo y tengo que decir que no podría estar menos de acuerdo.  Si las condiciones son favorables y hay una firme voluntad de parte del sujeto en cuestión, las personas cambian, crecen, evolucionan. Como los niños que de un mes al otro aprenden a andar solos, a comer con los cubiertos, a pronunciar las primeras palabras, las personas pueden cambiar su manera de portarse, de concebir las cosas y reaccionar a los vaivenes de la vida.

Es un fenómeno del que soy constantemente testigo gracias a mi rol de terapeuta. Tengo la enorme suerte de ver cómo, gracias al Thetahealing®, al cabo de pocas sesiones, las personas logran sanar aspectos de su personalidad o experiencia dolorosas que no le permiten avanzar.

El estado theta es una relajación profunda, a la que se llega a través de una meditación guiada por el terapeuta, durante el cual la velocidad de las ondas cerebrales decrece a una frecuencia de 4 a 7.9 Hertz (es típico del estadio REM del sueño), logrando una condición de calma absoluta. Se puede decir que las ondas theta rigen la capa de nuestra mente donde se encuentra el subconsciente, que determina nuestras actitudes, creencias y conductas. Son ondas caracterizadas por una alta creatividad: es por esta razón que, cuando el terapeuta lleva a un paciente a este nivel de relajación profunda, le es posible desprogramar literalmente el subconsciente de la otra persona y reprogramarlo (previo permiso del paciente a realizar estos cambios, claro está).

Las ondas theta, además de creativas, son inspiradoras y espirituales, en ese estado se experimenta el conocimiento absoluto de que Dios es real. De hecho, en el Thetahealing® intervienen tres sujetos: el paciente, el terapeuta (simple testigo de la Sanación) y el Creador de todo lo que es (que proporciona la energía necesaria para que la Sanación se produzca).

Durante la meditación el terapeuta lleva al paciente a conectar con la Madre Tierra, “escanea” sus chakras, visualizando los posibles bloqueos que interfieren en su evolución, y sucesivamente le acompaña hasta el Séptimo Plano, el cuartel general del Creador de todo lo que es, un lugar seguro en el que las ondas cerebrales de ambos llegan a nivel theta y en el que por lo tanto puede producirse cualquier Sanación.

Un ejemplo práctico ayudará a aclarar lo que acabo de explicar. Un paciente tenía una relación conflictiva con el dinero: tanto ganaba, tanto gastaba; no lograba acumular un colchón de capital para los tiempos de vacas flacas. Hablando de su niñez salió a la luz el hecho de que cuando era pequeño fue engañado de la manera más vil justo por medio del dinero, haciendo sí que en su subconsciente se instalara el programa de asociación dinero=engaño y el consiguiente rechazo a acumularlo. Gracias a la meditación Thetahealing® y a la presencia del Creador de todo lo que es, en el subconsciente del paciente el programa de rechazo del dinero fue substituido por el programa de aceptación de la ganancia y abundancia, librando a la persona de esa creencia y de su consecuente conducta.

Durante el proceso descrito anteriormente se me reveló además  el hecho de que entre el paciente y el maltratador se había instaurado una especie de Síndrome de Estocolmo, un estado de dependencia psicológico/afectiva tóxica. A nivel energético la otra persona estaba allí, al lado del paciente: a distancia de cuarenta años del momento de los hechos su presencia seguía manipulando su comportamiento. Fue por lo tanto necesario cortar todos los lazos kármicos del paciente con la persona que había abusado de su confianza, curando instantáneamente una herida creada hacía décadas.

Todo este proceso se desarrolla a nivel energético, pero los efectos son claramente visibles a nivel físico y psicológico. Como consecuencia de la terapia el paciente ha tenido que guardar reposo durante algunas horas para recuperar las fuerzas. Es una reacción normal y hasta lógica (y en mi experiencia personal es signo de que la terapia ha dado sus frutos): esta persona “convivía” con la presencia energética del maltradador desde hacía años. Cortar este lazo es de un lado un gesto liberador y del otro un choque porque es necesario un poco de tiempo para adaptarse a la nueva realidad y volver a encontrar la fuerza en uno mismo y no en el vínculo con el otro.

El proceso de Sanación es instantáneo, pero sus efectos se ven a largo plazo, observando atentamente cualquier pequeño cambio en nuestras acciones, pensamiento y emociones. El paciente ha decidido, por primera vez en su vida, dedicar parte de su tiempo a un arte de la que es apasionado y que podría darle unos ingresos adicionales. Es un primer paso hacia el objetivo de la terapia: cambiar su relación con el dinero para que desde ahora en adelante pueda abrirse a la posibilidad no sólo de lograr una seguridad económica, sino de hacerlo de manera “fácil”, dedicándose a lo que más le apasiona.

 

Foto de portada de Fabrice Van Opdenbosch

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